Benjamín Franklin fue inventor, pensador, estadista y escritor. Pero sobre todo un hombre de bien.
Nació en el año 1706 en Boston, Estados Unidos, pero a la edad de 19 años se fue a vivir a Filadelfia. Aprendió a leer desde muy niño y asistió a la escuela tan solo hasta los 10 años. Al dejar la escuela trabajó en la fábrica de jabones y velas o candelas que tenía su papá. Después trabajó como carpintero, albañil, tornero y como aprendiz en la imprenta de uno de sus hermanos. Todo el dinero que ga- naba lo invertía en libros para saber cada día más. Estudió por su cuenta varios idiomas.
Nació en el año 1706 en Boston, Estados Unidos, pero a la edad de 19 años se fue a vivir a Filadelfia. Aprendió a leer desde muy niño y asistió a la escuela tan solo hasta los 10 años. Al dejar la escuela trabajó en la fábrica de jabones y velas o candelas que tenía su papá. Después trabajó como carpintero, albañil, tornero y como aprendiz en la imprenta de uno de sus hermanos. Todo el dinero que ga- naba lo invertía en libros para saber cada día más. Estudió por su cuenta varios idiomas.
El papá de Benjamín fue un gran ejemplo para él. Desde muy temprana edad le enseñó el valor del trabajo y el esfuerzo propio. Se decía que la virtud más grande que tenía el señor Franklin era su capacidad de comprender y hacer juicios serenos en asuntos delicados, tanto de la comunidad como personales. Los vecinos del pueblo le consultaban a menudo y tenían mucho respeto por sus opiniones y sabios consejos. Además tenía sumo cuidado de que en su hogar se con- versara siempre sobre algún tema que fuera ingenioso o útil, que resultara en el mejoramiento espiritual de sus hijos. De esta manera fue dirigiendo la atención de Benjamín y sus hermanos hacia lo que era bueno, justo y prudente en la vida.
Benjamín tenía una curiosidad natural acerca de las cosas y de la manera en que funcionan. Esto lo llevó a interesarse por muchos temas, que iban desde corrientes marinas hasta cómo mejorar el servicio de correos o la fabricación de un instrumento musical bautizado como “armónica de cristal”.
Entre otras cosas fue el inventor del pararrayos, que tantos daños ha evitado y tantas vidas ha salvado. Le interesaba mucho la electricidad, de la que se conocía muy poco en esos años, y cuando había tormenta elevaba una cometa o papalote con una punta metálica. Con eso logró demostrar que las nubes están cargadas de electricidad y que los rayos son descargas eléctricas.
Inventó también los lentes bifocales, para poder leer de cerca y si levantaba la vista poder ver de más largo. Además una estufa de leña hecha de hierro, más segura y ahorrativa que las que se usaban para calentar las casas en los fríos inviernos de esas tierras. También, con el fin de buscar nuevas rutas para el transporte del correo, inventó un aparato para medir las distancias recorridas. Nunca cobró nada por sus inventos. Él decía: “Debemos estar alegres de tener una oportunidad de servir”.
Cuando Benjamín Franklin nació, Estados Unidos estaba formado por 13 colonias gobernadas por Inglaterra. Él participó activamente en el proceso de independencia de los Estados Unidos y también en la redacción de la Declaración de Independencia. Además fue un convencido opositor a la esclavitud que se practicaba en ese tiempo.
Siempre brindó su apoyo a causas que fueran en beneficio de su comunidad. Participó en la fundación de la primera biblioteca pública de Filadelfia, fundó el primer cuerpo de bomberos y participó en la fundación de la Universidad de Pensilvania y del primer hospital de la ciudad.
Hace poco más de 280 años hizo un popular libro almanaque. Se llamaba “Almanaque del pobre Richard” y fue publicado durante 25 años, desde 1732 hasta 1757. Contenía un santoral, un calendario y se hablaba de muchos temas, como de astronomía y del clima. También se daban consejos útiles para el hogar y la finca. Pero si había una sección especialmente gustada era la de los sabios refranes que contenía. Se dice que algunos de ellos, escritos por él, son los siguientes:
Yo creo que el mejor medio de hacer bien a los pobres no es darles limosna, sino hacer que puedan vivir sin recibirla.
Jamás hubo una guerra buena o una paz mala.
La pereza y la vagancia caminan tan despacio, que la pobreza no tarda en alcanzarlas.
Un hermano puede no ser un buen amigo, pero un buen amigo será siempre un hermano.
El que compra lo que no necesita, pronto tendrá que vender lo necesario.
El camino hacia la abundancia depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro.
Quien quiera ver prosperar sus negocios, consulte a su mujer.
Pasó sus últimos años leyendo y estudiando en la biblioteca de su casa. Por su edad y estado de salud le resultaba difícil alcanzar los libros de los estantes altos. Pero siempre ingenioso, inventó una herramienta llamada “brazo largo” para alcanzar los libros. Consistía en un palo de madera con un gancho en un extremo.
Murió a la edad de 84 años y estuvo activo hasta el último momento. Hizo verdad las palabras del refrán del Almanaque del pobre Richard: No hay que perder el día durmiendo, porque para eso suficiente tiempo habrá en la tumba.
En el billete de 100 dólares de Estados Unidos aparece el retrato de Benjamín Franklin. |
http://www.almanaqueept.org/publicaciones/2012/201211.pdf
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